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Madrid me emborracha

Bacanal castiza

martes, febrero 10

He aquí el investigador de este blog con otra recherche sociológica sobre esa criatura tan extraña, el ser humano. En este caso se trata de una investigación sobre una de las costumbres más antiguas, la de la bacanal.

Representación arquetípica de una buena bacanal romana.
No se tenía que haber comido la caracola.

Una bacanal no es cualquier orgía. Además tiene que haber desenfreno y locura en cantidades consecuentes. Se cuenta que Baco llegó del este con una nueva religión, uno de cuyos misterios era una fiesta totalmente desparramada, máximo exponente del despiporre en aquellos tiempos. De hecho, la fiesta llegaba a salirse tanto de madre que llegaba a ser peligrosa. Encontrarse con las bacantes sin estar en la bacanal suponía que hiciesen con uno lo que les viniese en gana. Si alguien está pensando en que se tiene que parecer mucho a encontrarse con un autobús lleno de británicas en estado etílico celebrando una despedida de soltera se estará acercando al concepto, pero hay que pensar que mucha gente acababa esas noches visitando el Erebo. Y si alguien se está imaginando a Baco como una especie de Pocholo místico, tampoco va muy desencaminado.
Dejando a parte tonterías, las bacanales fueron perseguidas por los muy serios señores del senado romano, y finalmente finiquitadas por la sagrada iglesia catolica, y sustituidas por el carnaval. Lo que se había hecho era restringir al máximo la farra bacanal y sustituirla por una fiesta de inversión, en la que se podía dar la vuelta al orden social establecido, aunque, eso sí, solo una vez al año, bien lejos de los gobernantes y bajo el ojo de la policía (¿os suena de algo? ¿2 de Mayo?)

Bacanal mucho más divertida que la anterior. Mirad cómo se frotan los puercos.

Lector, si has llegado hasta aquí, te agradezco tu paciencia... veamos lo que sucede en Madrid.
Más allá del carnaval y el día de noche vieja, festividades oficiales, y por lo tanto no-báquicas, se ha ido produciendo un extraño fenómeno los últimos años. La gente va a la Puerta del Sol el día 30 de diciembre y hace... lo que hace. Lo más parecido que he visto nunca a una verdadera bacanal.
¿Cuánta gente había? Oí que más de un millón de personas. Todas ellas frotándose las unas contra las otras. Mucho. Y muy ebrias. Cuando intentamos entrar miré hacia atrás y les dije a mis compinches: "genial, vamos a frotar la cebolleta". Me miraron como a un loco.

Entiendase la esencia de todo esto: el desparrame.

¿Cuál era el motivo de esta insensatez? Eso es lo mejor de todo: no lo había. No era una fecha marcada, no era nada, la gente lo hacía PORQUE SÍ. Había espíritu de bacanal. La gente estaba ahí siguiendo una especie de creencia religiosa, la de emborracharse, y punto. Como no era una fecha oficial, lo que se estaba haciendo no era del todo lícito, pero la fuerza de la masa había hecho que la policía aceptara el hecho, y colaborara... Lo único que impedía era pasar a la Puerta del Sol con bebidas embotelladas o enlatadas, cosa que yo hice, porque había tanta gente que nisiquiera era posible parar a los que entraban o los que salían, ya que íbamos arrastrados por el poder del tumulto. Era la abolición del individuo y la colectivización del espíritu.

A todos nos suceden cosas así.

Antes habíamos estado tomando unas cervezas en Callao (que hasta ahí llegaba la cosa), y justo con las campanadas, que por cierto no fuimos capaces de escuchar, estábamos tratando de entrar en Sol. Cierto que ese momento lo pasamos un poco mal, porque había demasiada gente, pero a los diez minutos, cuando eso se empezaba a vaciar, encontramos un metro cuadrado al lado de la heladería Palazzo y allí nos hicimos fuertes. Fue en aquel momento cuando me di cuenta de que estábamos en una bacanal. No era solo el alcohol; el estar con tantísima gente, donde todo el mundo tenía una sola intención, la de emborracharse, creaba una especie de energía que me llamaba a la farra. ¡Evohé!

Era... inevitable...

Por desgracia, creo que era el único de los drugos al que le afectó la situación de esa manera. Los demás estaban jodidos por haber tenido que restregarse con la multitud, además de un poco molestos por la cantidad de líquidos desconocidos que nos habían echado desde las ventanas y la espuma de bote con la que nos había duchado un cachondo.
Allí nos vemos...

Publicado por n.S. en 10:37 0 comentarios  

Etiquetas: Locura

"No se adecúa al perfil que estamos buscando"

miércoles, febrero 4

Dos sitios totalmente diferentes, pero con una similitud: no es lo que pretendemos encontrar cuando salimos buscando cerveza.


Free Way


El local está bastante bien, es espacioso, agradable y relativamente cómodo. La música gustará a la mayoría de los que salen por la zona en la que está (imagino; a mí en particular no me desagradó, lo cual ya es un logro). El servicio hasta lo catalogaría de simpaticón. Probablemente los fines de semana haya gente de todo tipo. Sirven Foster´s. Todo son puntos positivos.

¿Cuál es el problema?, bueno, no es un sitio al que ir a beber cerveza a mansalva, simplemente. La pinta de Foster´s son 5 euros (cuando nos enteramos de que debíamos pagar 30 euros por 6 pintas imagino que en nuestras caras cualquiera podría leer que era algo que no esperábamos). No preguntamos por si tenían más en botella, pero de grifo sólo servían la australiana y una de las más conocidas de marca española, lo cual ya me llamó la atención desde el principio.

Y, bueno, es que a escasos metros hay un irlandés, de aspecto bastante parecido, en el que poder encontrar mayor variedad de cervezas a menor precio. Pero es otro rollo, claro. Como local prefiero este Free Way, si lo que quiero es beber cerveza mejor el irlandés.
Es un sitio al que probablemente vaya a volver (lo curioso es que nunca me había adentrado en él, no sé muy bien por qué razón), pero en un plan diferente.

Al lado de Tribunal, C/ San Vicente Ferrer nº7



El Económico

Este sí que no tiene perdón de Dios. No sé cómo cojones me dio por pasar a un sitio con ese nombre. Caro, comida mediocre, nos atendió un camarero que hizo básicamente dos cosas: comunicarnos que no tenían lo que íbamos pidiendo (ocurrió hasta con 3 platos distintos, ¡y ninguno era mínimamente extraño!, aunque supongo que sería un mal día...) e intentar burdamente que le encargásemos lo más caro de la carta, amén de mientras comíamos venir a preguntarnos directamente si queríamos más platos, o de otros pequeños detalles que por separado pasas por alto pero que todos juntos llegan a crisparte ligeramente.

La visita en la que me baso ocurrió hace unos cuantos meses, en pleno comienzo de "la crisis económica". Pues bien, cómo un lugar cuyo letrero trata de engañar a los pobres transeuntes no iba a tratar de aprovecharse de este hecho. Desconozco si permanece vigente, y lo cierto es que no tengo tanta malicia ni tanto ímpetu informativo como para apuntar exáctamente en qué consistía, pero daría mi testículo derecho a que básicamente se trataba de "Ven a cenar en el económico 4 días de la misma semana y te invitamos al quinto".
En cualquier caso, aseguro que la ofertilla tenía truco y no salía precisamente barato.

Llegamos a las 20:15 y la cocina no abría hasta las 21:00, así que hicimos tiempo a base de tercios. Ni una mísera tapa, claro. La ración más barata es la de patatas gajo, a 5.50. Como he comentado antes, bastante mediocre. Las fajitas de pollo y ternera con guacamole 8 euros, y éstas ni siquiera llegaban a la catalogación del anterior plato. Las tostas, a 3.60, tampoco eran destacables precisamente.
Tengo muy mal recuerdo de este sitio, y no volvería para comprobar si tuve un día demasiado exigente. Pero como me fío de mis impresiones, directamente lo tacho de mi lista de opciones nocturnas.

Por Lavapiés, C/ Argumosa nº9

Publicado por Dain en 22:42 3 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Club

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