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Madrid me emborracha

Una temporada en el infierno

lunes, diciembre 22

"Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones."

Arthur Rimbaud, Une saison en enfer.

Si algún día la bastardía os afligue de tamaña forma que el mundo deja de carecer sentido y queréis pasar a una vida mejor, a un mundo sin demasiada entropía ni moral burguesoborracha... os deseo buena suerte. Si por otro lado, lo vuestro es la infamia, las malas maneras, la mentira inconsecuente y la sodomía intelectual, entonces leed lo que sigue, puesto que habéis encontrado la horma de vuestro zapato.

Los zombis invaden periódicamente el Lozan

A veces el continuo espacio tiempo se dobla para traer a nuestro inocente plano un cachito del abismo infernal. En este caso, este fragmento del Orco se llama Lozano. Sus dueños (presumiblemente Lucifer) han puesto una caja de cartón, puro atrezo, que recuerda bastante a un aire acondicionado, y que tapa la última letra del letrero nominal, en el que se lee "Lozan". Decadencia, miseria, colapso de la cultura judeocristiana.

La vaquita de la plancha,
único ser cándido de este paraje.

Allí llegamos, no piensen ustedes que por primera vez, después de tomarnos unas cervecitas en un sitio cuya decencia era cuestionable; la del Lozano no se puede cuestionar. Quizás cuando en su letrero se leía el nombre completo, sí. Ahora ya no le queda ni el más recóndito vestigio.
Su especialidad es la cervezaca, las patatacas y las hamburguesacas. Sus maneras son sutiles en lo burdo, delicadas en lo antihigiénico, esquisitas en el mal gusto. El olor uno se lo lleva pegado, no solo cuando sale, sino varios días después, como si del estigma cainita se tratase.

Aquí se ve el local en su plenitud.
No es demasiado grande, lo que salva a la humanidad.

Pues bien, ese sitio de perdición nos endujo a un estado enajenado del alma, y nuestras buenas intenciones pronto se trocaron en un ejemplo más de bastardía terrenal. Minis de cerveza en tiempo record, miradas lascivas a las parroquianas, estupideces supinas por doquier. Sí, amigos míos, el olor no es lo único que se le pega a uno en ese sitio, sino que la bastardía se cuela dentro de nuestros seres por simple ósmosis.

Encuentro casual del que escribe con las locales.

Pero esta no se va con una ducha, de hecho, la idea es que no se vaya. La bastardía es mala, pero es lo que nos gusta a nosotros. Un sitio indigno, a nuestra medida, que nos viene como un guante.
La dignidad es para las abuelitas con bastón, y allí no vi a ninguna.
Este sitio todo lo corrompe: los propósitos de año nuevo, las buenas intenciones, la acción cívica del día. Nada queda de todo eso cuando uno entra aquí y se come una hamburguesaca. Nada queda, excepto una incómoda pátina de grasa en el cielo de la boca y una sensación de indeleble corrupción.

Tanta bastardía impide todo tránsito de escaleras.

Eso es todo, amigos míos, hermanos en el pecado. Si queréis ir, a riesgo vuestro, este sitio está en una de esas roñosas calles que salen de la Plaza del Grial (curiosa ironía).
Es recomendable acudir con una hostia mojada en sangre de virgen, consagrada en un pentáculo impío frente a un macho cabrío negro.

Publicado por n.S. en 14:11 3 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Comidaza

Pequeño Flandes

domingo, diciembre 21

Por la zona podría llamarse "pequeño Cochabamba", pero su surtido cervecero es más que digno para la zona. "El pequeño Flandes" debe su nombre a lo pintoresco del dueño y a que da lo que promete: cervezas buenas sin tener que ir al centro.

En nuestra bienamada capital es muy frecuente que la calidad de los sitios venga determinada por su situación geográfica. O lo que creemos que es calidad. Un giri nunca bajaría más al sur de Embajadores y mucho menos buscando sangría mala y cara. De la misma manera, a mis queridos co-bloggers y yo nunca se nos hubiese pasado por la cabeza no subir del castizo Portillo buscando algo más que cerveza masiva y de mala calidad.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando un día vagando por la calle Cáceres descubrimos este sitio tan pintoresco. Resulta que hay vida más allá del centro o de Argüelles. Y si uno quiere pasar un rato tranquilo degustando buena cerveza y conversación, encuentra algo más que tascas de viejos que juegan al dominó, en el barrio de Arganzuela.

Si habéis leido algo sobre La cervería Europa pensad que este lugar es su hermano pequeño. No tiene tantas variedades de cerveza, ni te ponen tapas buenas ni está tan céntrico. Los precios son más o menos los mismos y ofrece un plan resultón si estás por la zona. La decoración del lugar está algo recargada (hace honor a algunas zonas de Flandes) y las tapas, como dije, no son gran cosa. Pero al loro con las ofertas porque pueden dejarte un buen sabor de bolsillo, además de de boca.

Conclusión: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, y este sitio tiene un ojo y otro medio, de cristal. A mi personalmente me gusta bastante pese a que a ciertas horas siempre está lleno. Está al final de la c/Cáceres, llegando al Pº de Sta María de la Cabeza. Es un lugar pequeño y acogedor donde pasar una buena tarde o usarse como lanzadera para planes más gañanescos ya en el centro. Si la economía lo permite. Lo dicho, no dejéis de ir.

Publicado por Jose Rodríguez en 16:48 1 comentarios  

Etiquetas: Bar, Cerveza

La Cervecería

sábado, diciembre 20

No, el título no hace referencia a algún lugar recóndito que hayamos encontrado al que hayamos decidido elevar a las alturas adjudicándole el título divino y preponderante de "La Cervecería". Nada más lejos de la realidad.

De hecho, es simplemente el poco original nombre del local con el que en algún día pasado su dueño decidió bautizar a este pequeño antro situado enfrente de la conocida zona de los bajos de Argüelles. Y bueno, llamar La Cervecería a un sitio que sólo sirve Amstel (y me suena que tercios de Heineken, que tampoco lo sé muy bien, y tampoco importa demasiado, ya que de cerveza tiene poco; también hay un cartelito a neones de Mahou, pero yo no he visto que la sirvan) es un tanto ofensivo para establecimientos especializados realmente en servir esta bebida. Quizá hubiera sido más adecuado algo como "El Bareto" o "La Tasca", nombres por otro lado bastante menos comerciales.

Pero no importa demasiado. Cuando en alguna de nuestras noches locas decidimos pasarnos por este antro, no es buscando deleitar nuestros gaznates con brebajes importados. Si por algo destaca La Cervecería es por sus hamburguesas. De acuerdo, no son maravillas. Pan, con carne recién hecha, con lechuga y algo de cebolla. El ketchup y la mostaza son de fácil acceso, se van pasando de comensal a comensal como si de sangre de Cristo habláramos. La salsa barbacoa según el "barón de la birraca" es más difícil de conseguir, y son pocos los elegidos para que el propio camarero te eche un poco de esta sustancia en tu afortunada porción de alimento.


Juro que intentamos hacer la foto cuando estaban enteras...

En cualquier caso, se agradece que por 4 euros te puedas trincar 3 de éstas tras haber estado gañaneando por las calles de nuestro querido Madrid. Obligatorio el acompañarlas al menos por un par de minis de cerveza, que son 7 euros, pese a ser uno de los sitios donde más reticencia muestro a beber por el mal sabor del líquido.
La cerveza es realmente horrenda. También ponen 2 minis de calimocho por 6.30, pero aún estando horrible, prefiero mi líquido dorado.

El sitio en sí, bueno, lo más seguro es que uno no se pueda sentar, suelen poner el deporte que haya en ese momento (con el consiguiente griterio "mastuercil" obligado), huele todo el rato a carnaza haciéndose en la parrilla (lo cual, si te gusta está muy bien, porque así la mañana siguiente podrás rememorar el ambiente del local aspirando tu propia ropa interior), por su situación la clientela es de lo más variopinta (ni buena ni mala, muy variada) y el baño es horripilante.



¿He dicho ya que venden carne y cerveza baratas? Pues eso, no se puede ir con la idea equivocada de buscar algo más, y ni siquiera que ambas cosas (o una de ellas) sea mínimamente decente. Aunque, bueno, según este cartelito que tienen colgado, también venden bocadillos:



No sabemos quién lo dibujaría ni con qué fin, pero es de lo más destacado del antro. Acojonante. Si alguien prueba alguno que lo comente y así nos lo ahorra a nosotros, pero imagino que estarán a la altura de las hamburguesas, esto es, grotescamente ricas e insanas.

La calle me resulta imposible encontrarla buscando en internet (probad a meter en google o en páginas especializadas en bares "la cervecería" y a ver qué os sale a vosotros, porque a mí en los 5 minutos que le he dedicado me ha resultado imposible), así que ya la pondré cuando me vuelva a encontrar en un estado lo suficientemente subhumano como para dejar que me vuelvan a llevar aquí. Eso sí, es fácil de encontrar (como ya he dicho, enfrente de los bajos de Argüelles). Suerte.


Una cucada de sitio

Publicado por Dain en 14:06 0 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Comidaza

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