En ocasiones nos ocurre que, por una u otra causa, nos encontramos dando vueltas buscando un lugar en el que poder tomarnos una cerveza. Son días en los que o bien no nos convence nada de lo que vemos o, simplemente, andamos andamos y andamos hasta que acabamos hasta las pelotas de nuestra propia indecisión y nos metemos en el primer antro que pillamos.
El local que paso a comentar ahora fue descubierto más o menos en estas circunstancias. Fue una de esas noches en las que, por nuestro afán investigador, llevábamos los deberes hechos de casa y teníamos apuntado en uno de mis cutre-mapas una X indicativa de grandes cervezas y gran comidaca que ingerir. Tras un viaje que nos dejó con las reservas de nuestro particular gasoil bajo mínimos, encontramos el lugar. Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que... todo estaba limpio. Lo que nuestros ojos veían no se correspondía con lo que uno espera encontrarse en un sitio que se supone destaca por sus enormes salchichas. El caso es que... bueno, además de limpio estaba muy lleno y decidimos arriesgarnos en otro lado.
No conocemos la zona de Cuatro Caminos demasiado, entendiendo por conocer "saber donde hay bares que estén bien", así que nos encomendamos a la Diosa Fortuna para acabar con nuestras gargantas en algún antro decente. Y así fue como encontramos La Taberna del Arte, ya que n.S., que, de los 3, es el que menos probabilidades tendría conduciendo de esquivar a algún pobre gato debido a su deteriorada, por los años y el alcohol, vista, fue quien atisbó la existencia de este, por otro parte, nada discreto rincón.
Lo cierto es que tuvimos muchas dudas acerca de si pasar o no...
La primera impresión no fue la mejor. ¿Nosotros en un sitio "torero"?, ver para creer. Antes de entrar lo primero que vimos es que esa noche había actuación flamenca, y al entrar un capote y el retrato de Camarón. Acojonante.
Ozú, que arte mi niño...
Bueno, pero nosotros no íbamos para deleitar nuestro sentido de la vista o del oído. Nosotros íbamos a lo que íbamos, a comer y beber. Con las cañas, siendo éstas de un precio estándar para lo que es Madrid, una más que decente tapa, si bien a la cuarta y última ronda ya no le acompañó nada. Y en lo que respecta a la carta de ingestas alimenticias, por un lado estaban las raciones, de suficiente variedad y de precio no abusivo, y por otra las tostas, que podéis ver en la foto:
Sí, a la camarera le hubiéramos hecho un favor... aunque no salga del todo bien en la foto...
Al final pedimos una tosta de gulas con ajitos (aunque yo quería la de buey...) y una ración de patatas ali-oli. La tosta 2.80 y las patatas no superaron los 5 euros. La tosta estaba cojonuda y daba de sobra para ser devorada por dos personas. Las ali-oli simplemente fueron las mejores que he probado en mi vida (en serio, estaban muy buenas, y en la mayoría de los sitios dan bastante asquete), con una abundante bandeja de patatas gajo bañadas por la suave pero sabrosa salsa blanquecina correspondiente. Desde luego, nos quedamos con ganas de seguir comprobando si el resto de platos ofertados merecían tanto la pena como lo que acabamos enguyendo.
En definitiva, salimos bastante satisfechos. Cuando nos quedaba poco para acabar fue cuando comenzó en el piso bajo la actuación que habíamos visto en el letrero de la entrada, por lo que si alguien que lea ésto es además fan de ese tipo de música, pues ya sabe dónde puede ir. Pero vaya, que no es nuestro caso, así que no entraré a valorar esa parte.
C/ María de Guzmán Nº8