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Madrid me emborracha

Una temporada en el infierno

lunes, diciembre 22

"Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones."

Arthur Rimbaud, Une saison en enfer.

Si algún día la bastardía os afligue de tamaña forma que el mundo deja de carecer sentido y queréis pasar a una vida mejor, a un mundo sin demasiada entropía ni moral burguesoborracha... os deseo buena suerte. Si por otro lado, lo vuestro es la infamia, las malas maneras, la mentira inconsecuente y la sodomía intelectual, entonces leed lo que sigue, puesto que habéis encontrado la horma de vuestro zapato.

Los zombis invaden periódicamente el Lozan

A veces el continuo espacio tiempo se dobla para traer a nuestro inocente plano un cachito del abismo infernal. En este caso, este fragmento del Orco se llama Lozano. Sus dueños (presumiblemente Lucifer) han puesto una caja de cartón, puro atrezo, que recuerda bastante a un aire acondicionado, y que tapa la última letra del letrero nominal, en el que se lee "Lozan". Decadencia, miseria, colapso de la cultura judeocristiana.

La vaquita de la plancha,
único ser cándido de este paraje.

Allí llegamos, no piensen ustedes que por primera vez, después de tomarnos unas cervecitas en un sitio cuya decencia era cuestionable; la del Lozano no se puede cuestionar. Quizás cuando en su letrero se leía el nombre completo, sí. Ahora ya no le queda ni el más recóndito vestigio.
Su especialidad es la cervezaca, las patatacas y las hamburguesacas. Sus maneras son sutiles en lo burdo, delicadas en lo antihigiénico, esquisitas en el mal gusto. El olor uno se lo lleva pegado, no solo cuando sale, sino varios días después, como si del estigma cainita se tratase.

Aquí se ve el local en su plenitud.
No es demasiado grande, lo que salva a la humanidad.

Pues bien, ese sitio de perdición nos endujo a un estado enajenado del alma, y nuestras buenas intenciones pronto se trocaron en un ejemplo más de bastardía terrenal. Minis de cerveza en tiempo record, miradas lascivas a las parroquianas, estupideces supinas por doquier. Sí, amigos míos, el olor no es lo único que se le pega a uno en ese sitio, sino que la bastardía se cuela dentro de nuestros seres por simple ósmosis.

Encuentro casual del que escribe con las locales.

Pero esta no se va con una ducha, de hecho, la idea es que no se vaya. La bastardía es mala, pero es lo que nos gusta a nosotros. Un sitio indigno, a nuestra medida, que nos viene como un guante.
La dignidad es para las abuelitas con bastón, y allí no vi a ninguna.
Este sitio todo lo corrompe: los propósitos de año nuevo, las buenas intenciones, la acción cívica del día. Nada queda de todo eso cuando uno entra aquí y se come una hamburguesaca. Nada queda, excepto una incómoda pátina de grasa en el cielo de la boca y una sensación de indeleble corrupción.

Tanta bastardía impide todo tránsito de escaleras.

Eso es todo, amigos míos, hermanos en el pecado. Si queréis ir, a riesgo vuestro, este sitio está en una de esas roñosas calles que salen de la Plaza del Grial (curiosa ironía).
Es recomendable acudir con una hostia mojada en sangre de virgen, consagrada en un pentáculo impío frente a un macho cabrío negro.

Publicado por n.S. en 14:11 3 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Comidaza

Pequeño Flandes

domingo, diciembre 21

Por la zona podría llamarse "pequeño Cochabamba", pero su surtido cervecero es más que digno para la zona. "El pequeño Flandes" debe su nombre a lo pintoresco del dueño y a que da lo que promete: cervezas buenas sin tener que ir al centro.

En nuestra bienamada capital es muy frecuente que la calidad de los sitios venga determinada por su situación geográfica. O lo que creemos que es calidad. Un giri nunca bajaría más al sur de Embajadores y mucho menos buscando sangría mala y cara. De la misma manera, a mis queridos co-bloggers y yo nunca se nos hubiese pasado por la cabeza no subir del castizo Portillo buscando algo más que cerveza masiva y de mala calidad.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando un día vagando por la calle Cáceres descubrimos este sitio tan pintoresco. Resulta que hay vida más allá del centro o de Argüelles. Y si uno quiere pasar un rato tranquilo degustando buena cerveza y conversación, encuentra algo más que tascas de viejos que juegan al dominó, en el barrio de Arganzuela.

Si habéis leido algo sobre La cervería Europa pensad que este lugar es su hermano pequeño. No tiene tantas variedades de cerveza, ni te ponen tapas buenas ni está tan céntrico. Los precios son más o menos los mismos y ofrece un plan resultón si estás por la zona. La decoración del lugar está algo recargada (hace honor a algunas zonas de Flandes) y las tapas, como dije, no son gran cosa. Pero al loro con las ofertas porque pueden dejarte un buen sabor de bolsillo, además de de boca.

Conclusión: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, y este sitio tiene un ojo y otro medio, de cristal. A mi personalmente me gusta bastante pese a que a ciertas horas siempre está lleno. Está al final de la c/Cáceres, llegando al Pº de Sta María de la Cabeza. Es un lugar pequeño y acogedor donde pasar una buena tarde o usarse como lanzadera para planes más gañanescos ya en el centro. Si la economía lo permite. Lo dicho, no dejéis de ir.

Publicado por Jose Rodríguez en 16:48 1 comentarios  

Etiquetas: Bar, Cerveza

La Cervecería

sábado, diciembre 20

No, el título no hace referencia a algún lugar recóndito que hayamos encontrado al que hayamos decidido elevar a las alturas adjudicándole el título divino y preponderante de "La Cervecería". Nada más lejos de la realidad.

De hecho, es simplemente el poco original nombre del local con el que en algún día pasado su dueño decidió bautizar a este pequeño antro situado enfrente de la conocida zona de los bajos de Argüelles. Y bueno, llamar La Cervecería a un sitio que sólo sirve Amstel (y me suena que tercios de Heineken, que tampoco lo sé muy bien, y tampoco importa demasiado, ya que de cerveza tiene poco; también hay un cartelito a neones de Mahou, pero yo no he visto que la sirvan) es un tanto ofensivo para establecimientos especializados realmente en servir esta bebida. Quizá hubiera sido más adecuado algo como "El Bareto" o "La Tasca", nombres por otro lado bastante menos comerciales.

Pero no importa demasiado. Cuando en alguna de nuestras noches locas decidimos pasarnos por este antro, no es buscando deleitar nuestros gaznates con brebajes importados. Si por algo destaca La Cervecería es por sus hamburguesas. De acuerdo, no son maravillas. Pan, con carne recién hecha, con lechuga y algo de cebolla. El ketchup y la mostaza son de fácil acceso, se van pasando de comensal a comensal como si de sangre de Cristo habláramos. La salsa barbacoa según el "barón de la birraca" es más difícil de conseguir, y son pocos los elegidos para que el propio camarero te eche un poco de esta sustancia en tu afortunada porción de alimento.


Juro que intentamos hacer la foto cuando estaban enteras...

En cualquier caso, se agradece que por 4 euros te puedas trincar 3 de éstas tras haber estado gañaneando por las calles de nuestro querido Madrid. Obligatorio el acompañarlas al menos por un par de minis de cerveza, que son 7 euros, pese a ser uno de los sitios donde más reticencia muestro a beber por el mal sabor del líquido.
La cerveza es realmente horrenda. También ponen 2 minis de calimocho por 6.30, pero aún estando horrible, prefiero mi líquido dorado.

El sitio en sí, bueno, lo más seguro es que uno no se pueda sentar, suelen poner el deporte que haya en ese momento (con el consiguiente griterio "mastuercil" obligado), huele todo el rato a carnaza haciéndose en la parrilla (lo cual, si te gusta está muy bien, porque así la mañana siguiente podrás rememorar el ambiente del local aspirando tu propia ropa interior), por su situación la clientela es de lo más variopinta (ni buena ni mala, muy variada) y el baño es horripilante.



¿He dicho ya que venden carne y cerveza baratas? Pues eso, no se puede ir con la idea equivocada de buscar algo más, y ni siquiera que ambas cosas (o una de ellas) sea mínimamente decente. Aunque, bueno, según este cartelito que tienen colgado, también venden bocadillos:



No sabemos quién lo dibujaría ni con qué fin, pero es de lo más destacado del antro. Acojonante. Si alguien prueba alguno que lo comente y así nos lo ahorra a nosotros, pero imagino que estarán a la altura de las hamburguesas, esto es, grotescamente ricas e insanas.

La calle me resulta imposible encontrarla buscando en internet (probad a meter en google o en páginas especializadas en bares "la cervecería" y a ver qué os sale a vosotros, porque a mí en los 5 minutos que le he dedicado me ha resultado imposible), así que ya la pondré cuando me vuelva a encontrar en un estado lo suficientemente subhumano como para dejar que me vuelvan a llevar aquí. Eso sí, es fácil de encontrar (como ya he dicho, enfrente de los bajos de Argüelles). Suerte.


Una cucada de sitio

Publicado por Dain en 14:06 0 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Comidaza

La Felicidad, crónica de un despiporre mujeril

miércoles, noviembre 26

Contextualicemos al lector.

Meses y meses de asistencia a una academia especializada en oposiciones MIR, PIR, FIR, BIR, DIR... X_IR, en definitiva.
25 mujeres, varias de ellas asegurando que ya no se acordaban de lo que era ir de cañas.
3 hombres. Sí, ellos sí que se acordaban de ese tipo de cosas.
Desafortunadamente, aunque sólo hasta cierto punto, la historia no trata acerca de una proeza sin parangón en aquellos hombres que no gocen de un aspecto simiesco y un rabo caballuno cuyo apellido rime con ojal. Nada más lejos. Recordaré aquí el principal tipo de artículos que los otros dos muchachos (que en esta ocasión no me acompañaron en esta aventura) y yo escribimos en este blog: cerveza en sitios cutres.

La Felicidad. Qué de cosas se me pasaron por la cabeza al oír que éste era el nombre del local donde "celebrar" el final de las clases. El selector de tan selecto sitio dio contundentes argumentos para que ésta fuera la decisión final: "se come y se bebe mucho por poco dinero". A mí con eso me bastaba. Ya me había ganado para la causa. Hubiera asesinado a aquel o aquella que hubiera propuesto un sitio tipo "Pizza Jardín" o aquel de los teléfonos que aborrezco. Yo ya estaba feliz preveyendo La Felicidad, saboreándola.

En principio, lo que a mis oídos llegó es que al ser un grupo cercano a la treintena nos reservarían toda la planta de abajo para nosotros. Finalmente no sucedió, y tuvimos que adoptar una configuración de mesas tipo pieza del Tetris que te acaba siempre dando por el ojete. No, la T no, la recta tampoco claro, el cubo siempre era útil. ¡¡¡La otra puta pieza!!! Sí, esa. Sigamos.
Bajamos las escaleras. El primer sujeto de nuestro grupo, un hombre. Tras él, 25 mujeres. Al verme a mí tras ellas, el camarero no tuvo más remedio que soltar varios exabruptos que hacían mención a los a partir de ese momento legendarios machos que atestaron aquello de tanta florecilla delicada. ¿He dicho delicada?, luego lo corrijo.

Pedimos la bebida, que la comida ya estaba encargada. Yo desconocía el proceso que se siguió, pero seguía siendo Feliz. ¿Sangría o cerveza?, a una mesa repleta de mujeres. Calculé el tiempo que tenía entre que el camarero soltó su pregunta y hasta que empezara a apuntar mediante una sencilla regla. 25 mujeres = 25 pares de senos = 25 puntos en los que aquel maravillado hombre gastaría un segundo de su vida. ¡A las trincheras!, pensé, e intenté ganar adeptas para la causa. ¡La cerveza es más sana!, con su dorado color tan mono, además, ¡la sangría es para los borrachos!, decía alguien a quien aquellas que le rodeaban le habían visto ingerir vasos y vasos de cerveza como un animal la semana anterior en otra celebración similar.

Total, que llegó una jarra al epicentro de la estructura. No tengo demasiado poder de convicción, pero me salva el ser un poco bastardo. Raudo, me apresuré a por ese recipiente con mi ansiado néctar. "Igual, si lo hago muy rápido, se piensan que soy el camarero, que retira la jarra por motivos de insalubridad". Al no ser éste el caso, tiré de otros recursos. Serví a las apenas 3 mujeres que querían ingerir lo mismo que yo, y dejé cerca, que no justo al lado, aquel monumento a la cebada.
Primer vaso, primer trago. Segundo vaso, segundo trago. No ahondaré en este punto.

La comida la iban trayendo siguiendo un complicado entramado lógico que aseguraba que en todo momento hubiese algo en la mesa que por su contenido lípico pudiese transparentar cualquier mantel, por muy de franela que fuese. Comimos croquetas, salchichas, lacón a la gallega, alitas de pollo, tortilla de patatas y... creo que no se me olvida nada más. Unos 3 platos de cada cosa me parece que traían, ¡pero ojo!, no lo sé seguro, es una estimación. Igual había más variedad o más platos de lo que he dicho o ambas, en cualquier caso, una buena cantidad de comida. Aquí va entonces la corrección a lo de flores delicadas anterior. Comer algo se convertía en una hecatombe, y más cuando uno estaba sentado en uno de los extremos de la pieza bastarda. Miraba con asombro cómo los tenedores se clavaban con fuerza en las piezas de cerámica volantes que por allí pululaban, con el consiguiente insoportable rechinar que hacía que un tipo sensible como yo acudiese a su amiga la birra con excesiva frecuencia.
Decir que también tienen espárragos a disposición de los comensales, ya que hubo a quien o no le convenció la comida o le apetecía que luego sus flujos olieran más fuerte de lo normal o simplemente como aquello se pagaba a escote ya se la picaba todo, que se pidió un plato que, ohhh, no compartió con toda la MESA sino sólamente con un par de personas.

Yo pedí otra jarra de cerveza.

La cuenta. 10,60 euros por cabeza que creo fueron finalmente 10,90 o así; pidieron una moneda de 2 euros por cada tercio aproximado de la mesa, y yo, debido a que alguien había proferido un "¡La cerveza está siempre allí!, vi adecuado ponerla entera de mi bolsillo.
Plato final por cuenta de la casa y la poca vergüenza, afortunadamente, de aquel que nos trajo a este lugar. Media botella de orujo y 3/4 de otra de pacharán para que brindáramos con un chupito por nuestra estancia en un sitio Feliz. Digamos que las botellas, no por voluntad mía, se quedaron a la altura de mis ojos tras ese primer chupito y ya no volvieron a sus casas para arropar a sus botellitas.

La Felicidad.




















Avenida Reina Victoria Nº19.
Nosotros fuimos desde la parada de metro de García Noblejas.

El resto de la fiesta no viene a cuento en esta entrada, pese a ser surrealista. ¡Jurl!

Publicado por Dain en 21:24 4 comentarios  

Etiquetas: Bareto, Comidaza

Sakura, una visita al pasado

viernes, noviembre 7

Un viernes cualquiera. Un hombre hambriento. Una pulsión contenida durante 11 meses. Una deuda con mi adolescencia.

Hete aquí que uno se encontraba deambulando sin rumbo fijo por las calles de, cómo no, Madrid. Mi estómago me avisaba de vez en cuando que lo más adecuado para ambos sería que me llevase algo a la boca. No obstante, mi frugal desayuno no había servido para otra cosa que para calmarme durante un par de horas, y ya habían pasado otras dos desde que despertara otra vez en mí una de las motivaciones básicas del ser humano, como es el comer (que completaría el conjunto junto con follar, beber y dormir).

Contemplando mis diversas opciones, iba descartando una tras otra por diferentes motivos. Desde hamburgueserías comerciales por lo grasiento del producto, a establecimientos vegetarianos por tener ansia de algo de proteína de origen animal. Y tascas, bueno, sólo me verán por ese tipo de casas acompañado de un par de colegas, y más para cervecearme que para tomar algo realmente consistente.
En estas que voy acotando mi necesidad de bocado. Hace mucho tiempo, demasiado, que no me llevaba algo de sushi a la boca. No soy yo hombre de absolutos, y por tanto no diré nunca aquello de "ésta es mi comida favorita", pero, sin duda, si me obligaran a tener que comer durante el resto de mi vida un sólo tipo de elaboración alimenticia, el sushi sería uno de los máximos candidatos a conseguir tal deshonor.

Desesperadamente necesitado de ingesta alimenticia, me encontré caminando por Sol, intuyendo a donde podía estar dirigiéndome.

Hace muchos años, a mis tiernos 14, me desvirgué en el tema de la probatura de platos japoneses. Y además por la puerta grande. Llegó la camarera y le pedí la bandeja de degustación de sushi más grande del local. Creo que fueron 3000 pesetas de la época, pero no estoy totalmente seguro de ello. Mi experiencia fue más bien desagradable, lo que iba probando no me convencía en absoluto. Ni sushi de salmón, ni de atún rojo, ni de bacalao, ni de caballa, ni de otros seres a los que mi pobre mente no acertaba poner nombre. El de pulpo y el de langostino sí recuerdo que me agradaron, pero con el de huevas de salmón casi vomito. Además, al no saber utilizar los palillos, recurrí a mis propias manos, con el consiguiente despolle de las camareras allí presentes. Tras un viaje rápido al baño, volví a mi mesa y descubrí que dos de los comensales que me acompañaban habían decidido cortar con mi sufirimiento y pedir que retiraran la bandeja. Una pena.
Luego ya aprendí a disfrutar de este tipo de comida, e incluso a utilizar los palillos de manera decente (¡orgulloso de mí estoy por poder comer arroz con ellos!).

Así que, ya que estaba por la zona, me pasé por la puerta de aquel sitio que en su día visité, decidido a redimirme por aquella mala experiencia. Cabe decir que no iba sobrado de pasta en ese momento, y que, para comer yo solo, me valía con alguno de los menús que la casa presentara.
El lugar en cuestión es este:

Lo pueden encontrar en la calle San Cristobal Nº 11, entre Sol y la Plaza Mayor.

Mis opciones, como dije, estaban restringidas en principio a los menús del día, pero acabé optando finalmente por el menú de la casa de sushi, que tampoco distaba mucho del normal de sushi. Explico:
1-El de la casa eran unos 18 euros. Incluye sopa de miso, arroz cocido o frito, dos rollitos de carne y 8 piezas de sushi (2 de salmón, 2 de atún rojo, 2 de caballa, 1 de bacalao y 1 de tortilla; perdóneseme no conocer los nombres en el idioma original).
2-El del día de sushi eran 10,5 euros. Había que elegir entre uno de los 3 entrantes antes mencionados, acompañado por 4 piezas de sushi y 4 de maki.
Así que, ansioso de sushi, y hambriento que te cagas, opté finalmente por el primero. Acompañaban todo además con un cuenco con rodajas de pepino, deduzco que para limpiar la boca entre bocado y bocado de sushi, pero esto igual es una chorrada que acabo de parir.

He de decir que no compré la botella de cerveza japonesa de la carta por miedo a que me sajaran demasiado por ella. Imagino que me hubiera costado 3 euros, y, como yo estaba ahí por la comida y no por la cerveza, me conformé con una botella de agua de lo más normalita. Tampoco pedí postre. La comida con el agua me costó 21 euros con un propinilla acorde al precio de lo servido y al servicio prestado.
Como anécdotilla, decir que nada más sentarme me acercaron una toallita perfumada con la que poder limpiar mis no del todo estériles manos. Como no me cosqué del asunto, me trajeron la comida, empecé a comer, y la retiraron. Debieron pensar que no era un cliente demasiado pulcro.

El resto de la carta, pues no lo miré demasiado, pero tenía un poco de todo. La fondue de marisco debe ser interesante, pero entre que eran más de 40 euros y que era para dos personas, ni siquiera pensé en pedirla. El típico barco de sushi también esta disponible por unos 20 euros creo recordar. Luego sopas, entremeses, arroz, fideos, maki, sashimi, tempuras y platos más normalitos para aquellos menos convencidos de las bondades del pescado crudo.
La relación calidad/precio no me convenció. Si bien no puedo quejarme de lo que comí, quedando además bien saciado, por 20 euros pueden encontrarse menús mucho mejores en locales mucho mejores. El sushi cumplía de sobra, sin ser mínimamente algo parecido a un experto me da para al menos distinguir entre "lo malo" y "lo que no es malo". Ayuda haber probado incluso el sushi del Lidl o el del Corte Inglés, ambos bazofias de gran calibre. Así pues, diría que el corte no era burdo y que el pescado parecía fresco.
El resto, ni fu ni fa. Ni el arroz ni la sopa ni los rollos supusieron un disfrute real. Rellenaron mi estómago.

Del local decir que me sorprendió que apenas había cambiado desde la última vez que estuve allí. Es más bien pequeñito, decorado de manera "tradicional", y con camareros atentos. Quizá demasiado, ya que al terminar un plato se acercaban raudos a retirártelo de la mesa.

Total, que en una escala de 0 a 10, contando para ello con todos los factores, no le pondría más de un 5.5, siendo generoso. Entré en él por lo que significaba para mí, y es muy probable que al despedirme de la mona jovencita oriental que atendía en la barra-bar lo hiciera también del local para siempre. En cualquier caso, he de ir a más japoneses a devorar menús para poder compararlo de una manera más precisa.
Sí, iría a todos y comería a la carta, pero hago esto por exploración altruista, por lo que me acabaría arruinando, ¡mamones!

Publicado por Dain en 23:35 0 comentarios  

Etiquetas: Restaurante

El Nasti

martes, noviembre 4

Nasti.
(Del inglés nasty, desaliñado, sucio)
1 - coloq. Nada, nada en absoluto. Vervigratia: nasti de plasti.
2 - coloq. poét. Cerdo, puerco, guarro. Verbigratia: Yu ar a nasti güan (eres un puercazo).

(Diccionario de las gañanadas del español actual, Real Academia Española)


Cubil de la modernidad, actual Buñolería, al que nuestras alucinadas peregrinaciones nos llevaron, guiados por un gafapastismo hiperbólico en ciernes. En el instante de entrar al Nasti se nos reveló un panorama desolador: hay gente que se lava la cabeza antes de salir, y no después, como pensábamos que era lo normal, o incluso nunca, lo que creíamos que era la tendencia de moda.
Pues sí, la gente en ese local va lavada y bien lavada, y también peinada. Es más, parece que incluso han elegido conscientemente la ropa que llevan, e incluso la han cogido de una tienda y quizás hasta hayan pagado por ella.
Ahora bien, si en los
detalles puede variar, en lo básico y fundamental las ideas se mantienen: a quien no le gusta el vino es un animal, y allí no había ninguno. Puede que el precio varíe, y que el camarero en vez de llevar el ya tradicional chaleco de chulapo descolorido y con manchas de aceite lleve una camisa con una corbata pintada y unos pantalones rotos a conciencia por un niño de vietnam, además de una beckamcresta, pero la sangre de todos los presentes es igual: roja y empapada en alcohol. El que escribe, que estaba allí y lo veía todo, aunque borroso, se arriesgaría a decir que incluso la suya fuese un poco más pura que la de alguno que por allí danzaba, y se le veía demasiado animado.
¡Oh, descomunal gente con pajarita y la camisa por fuera! Escuchad, pues resulta que además de todo eso, el Nasti esconde una metafísica.
Algunos aún se acuerdan de un tiempo pasado, en el que salir por la noche no era una actividad criminal. En ese tiempo no se sabía lo que era el toque de queda, y se podía andar por la calle o tomárse lo que uno quisiera donde uno quisiese. De esta época ancestral poco nos queda, si exceptuamos un cierto lumbago al agacharse, heredero de los porrazos que dieron los maderos en una noche excepcional en la que intentábamos emborracharnos a la luz de la luna.
Nuestros grandes jerarcas decidieron que a las tres hay que salir de los bares, coger el bus a las tres y media y a las cuatro estar en casita durmiendo la mona. Y que de bancos nada (excepto los del dinero, claro está), que hay que bebérselas todas en las terrazas.
Pero el Nasti se resiste. Le importa poco la ley. Como a mí.
El ayuntamiento le obliga a cerrar a las 3 a.m., pero han decidido que si no va la policía a cerrarlo, ellos no lo van a hacer. Ellos no se van, a ellos los echan. Y así parece que poco a poco van ganando, la policía se cansa, el ayuntamiento se olvida, y los modernos se cuecen hasta altas horas de la madrugada
Me largué de ahí a una hora indeterminada entre las 3 y las 4:30, sin policía, después de que mis amigos decidieran unilateralmente abandonarme a mi destino, me metieran un regalo en el bolsillo y diesen con la puerta. A mí me costó bastante encontrarla.
La movida aún colea.




Los modernos luchan entre ellos por la supremacía de su especie.

Publicado por n.S. en 21:19 2 comentarios  

Etiquetas: Club

Una visita al Boñar (2)

sábado, octubre 25

21.00 de la noche. Argüelles. En la calle Andrés Mellado, un hambriento Jose Rodriguez se acerca, con el ánimo lleno y el estómago vacío, a dos tipos que, ilusos ellos, esperan pasar al ya comentado Rey de las Tortillas a recibir su dosis semanal de cerveza y carbohidrato.

Lo que sucede con las cosas que funcionan bien es que la evolución natural de ellas sea para mal. Estamos en España, y más concretamente en Madrid, esta ciudad de "Villa y Corte" donde, en muchas ocaciones, se deja ver la más rancia caspa castellana. Y ésta es mucha cuando afecta al folleteo y al gañaneo, dos de las funciones básicas del Ser Humano y por ende, dos campos de negocio.
Del folleteo hablamos otro día, porque lo que nos afectó ayer vino en el campo del gañaneo, en la "res vulga". Resulta que el dueño de El Rey, hostelero con solera, ha aprovechado un fenómeno que se ha dado en el antro en los últimos años: según las rayas de los peinados de la gente se iban torciendo hacia un lado d ela derecha, y según aparecían las pulseritas de España, los precios se han torcido, pero éstos hacia arriba. Sabia decisión por parte del viejo mesonera. Si los niñatos del CEU quieren bajar a la tierra, que paguen por ello. A mi me parece bien, pero no sucede lo mismo si tengo que pagarlo yo.
Así que, yo y mis dos pobres amigos, ávidos todos de desparrame cervecil. Nos encontramos con un antro petado de niñatos donde nos iban a clavar con gusto. Pensé (si, si) "estamos en una de esas situaciones en las que la violencia no arregla nada. Lástima". Y actué, y propuse: "chicos, este sitio apesta, vámonos al Boñar y asi lo conocéis"

Funestas palabras. Tras veinte minutos caminando y haciendo referencias caballerosas y de suma elegancia a la prima de uno de nosotros, llegamos al lugar. Yo ya sabía a lo que iba, ellos no. Quién haya visto "Abierto hasta el amanecer" puede imaginarse la escena: en vez de "chochos" se nos ofrecía cerveza y comida barata, a buen precio, aceptable. Así que, pasamos.

Tras unos pasos sorteando a los autóctonos, nos llegaron los primeros mensajes que nos debieron servir de alerta: "Hola chicos" desde la barra; "¿cuántos sois?" ante el Antro de la Bestia. Con júbilo y simpatía, respondí mientras me encaminaba hacia la sala principal. Tras viente minutos andando y sin haber comido, estaba feliz por llegar. Antes de pasar a la mesada que se abría a nuestra vista, un cochambroso parroquiano de bigote rancio amarillo y cara ajada por la ingesta de la baja calidad de los bienes en el Boñar consumidos, me sonrió mientras mirada, dejando ver sus únicos dientes caídos, perdidos en la negrura de su boca. Y en la de su alma.

"Al fondo a la izquierda" Vimos la mesa enclavada entre una principal y el rincón de la sala. Entramos en el Antro de la Bestia como Seth, Richard y el reverendo lo hacían en la Teta. Sólo que aquí si nos querían servir, de entrada. Así que tras ocupar nuestros sitios, vino el camarero: "Tres cervezas por favor". El tipo:


"así que queréis tres globos"

21.25 Nos sirven: primer estipendio gañanil. Tres jarras rancias de cerveza y unas alitas de pollo saladísimas y con limón por encima (???). El pelo que había en mi plato estaba por no ser yo cliente primerizo: una forma tan buena como otra de reconocerle a uno su veteranía.

Coruñés: "parece que estas alitas van a salir andando". Miradas a su falta de hombría. Comenzamos a tomar. Tras los piques y chanzas soeces la conversación continúa mientras observamos el paso lento de Ricardo y, poco después, su cara se torna roja y su palabra suelta y atrevida. Será la primera víctima.

Nos faltó para ver lo que se venía encima una Salma Hayek que se derramase cerveza por las piernas (casi que mejor) porque ya veíamos como la clientela del lugar empezaba a convertirse en entes demoniaco-gañanescos. Los comentarios bestialistas se extendían alrededor. Una gafapasta sentada en una mesa detrás de mi comenzó a reirse grotescamente mientras los sonidos de nuestro alrededor se convertían en ecos extraños. Ricardo empeoraba. Nosostros no queríamos, pero la esencia del Boñar nos hizo pedir más cerveza.

21.50 Segunda ronda: paella sin hacer, con arroz blanco y colorante en salsa amarilla que baña el fondo de un plato blanco como nuestras almas cándidas. El ambiente perfidioso del lugar nos está corrompiendo hasta el tuétano. Y su cerveza, pues el tamaño de las jarras de esta ronda es considerablemente mayor que la anterior. Reto a mis amigos: "No tienes HUEVOS a beberte eso de un trago". El coruñés, buen norteño, responde y lo consigue. Ricardo empieza a la vez que yo pero le corto para desconcentrarle. Sabia táctica. Reanudo mi afonamiento y la cerveza cae por mi gaznate. Ricardo no puede y acelera su descenso a los Infiernos.



¿Cómo que la paella está sin hacer?

22. 15 Tercera ronda: Un pescado de apariencia dudosa sería nuestra tercera tapa. ¿La sería? Coruñés y yo observamos como un abotargado Ricardo nos empieza a decir incoherencias

¿Qué decíais de mi prima?

Tras ver el pescado y la situación de Ricardo, Coruñés y yo pensamos: "hay que salir de aquí". Damos cuenta de nuestra cerveza lo más rápido posible mientras viene el Asmodeo del lugar a preguntar, esto es, el jefe. "Os falta algo". Nos faltaba el alma y la voluntad. A Ricardo más cosas. Pedimos la cuenta y pagamos, salimos rápido. No pensamos, no decimos nada. Sólo andamos, sólo nos retiramos. Rápido, sin mirar atrás. El Boñar nos ha vencido. Tres víctimas más: no nos teníamos en pie a la salida.


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Madrid lluvioso

domingo, octubre 12


Ayer sábado padecí los horrores de una ciudad que se sincroniza para emborracharse.
Había quedado con una amiga que se puso enferma inmediatamente después de saludarme (así de feo soy), así que tuve que acompañarla a su casa (así de caballero soy).
Cuando llegábamos, se desató una tormenta de verano de esas que hacen que te des cuente de cuánta agua cabe entre el cielo y la tierra. Como soy pobre, ya que el viernes mi monedero fue asaltado por los que se llaman a sí mismos mis amigos, tuve que volver andando. Resultado: agua en los zapatos, hasta las rodillas, y el pelo empapado.
Quiero concretar. Volví andando hasta donde estaba mi bicicleta, que fue como media hora. Luego tenía que volver a casa en bici, para terminar de rematar la faena. Por suerte, cuando llegué al parking, casi
toda la lluvia estaba ya en la lana de mi jersey, así que caía poco. Sin embargo, la calle
estaba plagada de borrachos que andaban de un lado sin sentido para otro como en las peliculas de George A. Rom
ero. Realmente, me daban bastante pena. La lluvia a un borracho es como el taparle el hormiguero a las hormigas, que desconcierta y desorienta.
Y lo que más me alucinaba es que la gente se reía de mi. Cuando iba andando escuché a unas pijillas perder la cordura y gritar: corre, corre, que se me riza el pelo. Una vez en bici la gente me gritaba: Ole tus huevos, en bici con la lluvia. También: ¿Estaría mejor si no lloviese, eh?. Y las típicas: Induráin, qué tonto eres, en bici y está lloviendo.
Yo solo podía pensar una cosa... ¿No se estaban mojando ellos lo mismo que yo? ¿Acaso en la acera llovía menos que por la calzada? ¿No llegaría yo antes que ellos a casa y podría sentarme? Eran las cuatro de la mañana, y desde Sol a Cibeles se tarda casi veinte minutos si se va dando tumbos, de ahí esperar hasta quince a que venga el autobús, y que nos lleve a nuestra parada, de ahí andando. Yo estaba mucho antes en la cama, calentido.

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Algunos datos sobre el consumo de Cerveza

sábado, octubre 11

Datos sacados de la página en donde compramos nuestro kit de cerveza: http://www.cervezasdelmundo.com/

Con quién disfrutamos de la cerveza:
La cerveza es una bebida social y el 29% la disfruta con su pareja, mientras que un 26% lo hace con amigos. Los Británicos son los más románticos, ya que un 38% bebe con su pareja. A los daneses y los belgas les gusta beber en grupos grandes, ya que lo hacen en un 9% de las ocasiones. Beber cerveza en grupos mixtos es el doble de popular que hacerlo con personas del mismo sexo (38% y 15%). Los polacos (96%), rumanos (94%) y belgas (91%) son los que menos cerveza beberían solos. Y a los que más les gusta beber en solitario son los holandeses, con un 21%, los franceses, un 18% y los rusos, un 15%.

Lugar de consumo:
Los españoles destacan al ser los que más beben en pubs o cervecerías, un 81%. Y los italianos, contrariamente a lo que se piensa en cuanto a que beben mucho vino, son los europeos que más cerveza beben en los restaurantes, un 45%, casi el doble de la media europea. Sin embargo, la media europea prefiere consumir la cerveza en casa (un 83%) antes que en restaurantes o pubs (un 63%). Y cuando no bebemos en nuestra casa, lo hacemos en casa de nuestros amigos: un 76% de los europeos beben en casa con más regularidad que en casa de otros amigos, donde lo hacen un 37%. Los daneses son los más sociables, un 64% beben con mas regularidad fuera de casa. Los menos sociables los checos, un 17%. También destacar que en Bélgica y Polonia se bebe más en los eventos deportivos (campos de fútbol, etc) que en bares o restaurantes.

Días de consumo de la cerveza:
En cuanto a los días de la semana preferidos para beber cerveza, los españoles son los que más beben entre semana. También, son los que lo hacen con más frecuencia, pues un 33% de los europeos lo hacen 2 ó 3 veces a la semana, mientras que un 31% de los españoles lo hacen casi todos los días de la semana. El sábado es el día que más se bebe en Europa de media, con un 49%, mientras que el lunes, con un 28%, el que menos. Destaca Suecia, donde los domingos sólo beben un 17%.

Horas en las que consumimos la cerveza:
La pregunta que se hizo era, en un día típico de trabajo, ¿a qué hora te tomas la primera y última cerveza?. La respuesta media fue la primera a las 18,08h y la última a las 22,10. Destacan los daneses, como los primeros que van al pub, a as 16,41h, y los últimos los holandeses, a las 19,19h. La última cerveza, se la beben antes los franceses, a las 20,33 y los últimos, los alemanes, a las 22,59. Los españoles toman la primera alrededor de las 17,46h y la última a las 21,05h. Curiosamente, también son los daneses los que todavía toman cerveza al mediodía, casi un 24%, seguidos de los checos y los españoles, con un 17%. De media, sólo uno de cada diez europeos beben cerveza al mediodía.

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Mujeres y Cerveza

domingo, octubre 5

Nota introductoria: como decimos a lo largo del texto varias veces, en el momento en que nos dio por plasmar estas ideas el nivel de alcohol en nuestra sangre ya era notable. Avisamos de que no hay que tomárselo en serio, ya que además de borrachos estábamos bastante de coña, así que si al leerlo alguien empieza a pensar en nosotros como dos memos machistas, que sepa que la realidad difiere mucho de esa idea. Si al final lo publicamos es para que se vea el efecto del alcohol en nuestra capacidad de discernimiento, y qué coño, que al verlo al día siguiente sorprendía lo, al menos estructuralmente, decentemente escrito que estaba teniendo en cuenta cómo acabamos esa noche. Ahí va:


Escrito conjuntantemente por n.S. y Dain en estados de ebriedad. Y cuando decimos conjuntamente, es a la vez, pasándonos el teclado de uno a otro.

Las mujeres son... lo que son. No entiendan aquí algo que nosotros (no) queramos decir [espacio en blanco]. Es sólo que... bueno, nosotros somos hombres, esto es, no somos mujeres. Sabemos que es una idea redundante, pero, sencillamente, es así.

¿Por qué escribimos esto? Para que la gente lo entienda (pese a no creer que lo consigamos). Hay cierta relación entre el alcohol y las mujeres (bueno, aclaremos, entre el alcohol y NO conseguir a las mujeres; si folláramos todos los días juramos que seríamos abstemios). Así que nos hemos propuesto dilucidar cuál es tan complicada relación, por aclararla para nosotros mismos y darla a entender al mundo.

Hemos de aclarar que uno de nosotros es psicólogo. Y el otro psicótico. Pero, vaya, que ambas cosas sirven para lo mismo en cuanto a universo mujeril se refiere, esto es, NI PARA TOMAR POR CULO. El entender la psique humana es una cosa, pero de ahí a poder entender siquiera a una sola mujer, la más simple de entre todas las que puedas encontrar, hay un auténtico abismo. Pongamos un ejemplo: nadie entiende de dónde venimos (cósmicamente), ni a donde vamos (cósmica y literalmente), y no parece entrañar un problema. Lo tomamos como dogmas de fe; el MISTERIO de las mujeres es también incomprensible para nosotros, pero... ¿cómo nos lo tomamos?.

MAL, MUY MAL, evidentemente, sino no estaríamos haciendo el capullo escribiendo a estas horas sobre este tema, bebidos, como ya hemos aclarado antes. Nosotros lo intentamos, JURAMOS QUE LO INTENTAMOS, JARRRRLLL, pero no somos capaces.

Al meollo de la cuestión: expongamos nuestros casos. No, mejor no los expongamos. Como sea, que quede claro que no somos capaces de comprender a la mujeres. Para ellas el no y el sí son lo mismo. En eso radica la principal cuestión. Nuestro cerebro, racional, trata de entender un sí cuando oímos un sí, y viceversa. ¿Por qué ellas se empeñan en lo contrario?.

También está el nocivo efecto que producen en nuestro desempeño intelectual. A uno de nosotros, aunque probablemente a ambos, cuando una mujer le resulta lo suficientemente interesante como para fijarse de verdad en ella, se vuelve gilipollas. Así de sencillo. Gilipollas. Se le trastoca el equilibrio químico del cerebro. Dopamina, serotonina, acetilcolina, nosotros qué coño sabemos. Eso no tiene explicación neurológica posible.

Vamos, que básicamente escribimos esto porque ya vamos cocidos y estamos buscando una forma de descargar nuestra testosterona contenida. Ambos en nuestra vida hemos tenido, y tenemos...

fRUSTACIÓN+aLCOHOL=bLOG'S pOST

P.D.: creemos que al final, no hemos aclarado nada.

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La Taberna de la Brújula

viernes, septiembre 19

Éste es el nombre que tiene actualmente un archiconocido bar en Fuenlabrada, el anterior Taberna del Picalagartos. Hay que decir que con el nombre no cambió lo excepcional del local: la cantidad de las tapas, su calidad precio y la novedad: se dan por consumición, no por ronda. El cliente además puede elegir entre varios aperitivos, entre eso y el precio, bastante barato, es un buen lugar donde ir a tomar algunas cervezas y salir cenado, comido o lo que se tercie.

El lugar no destaca demasiado, sería como cualquier bar del sur de la zona si no fuese por su clientela, al estar al lado de la zona universitaria y en el cruce entre una zona de institutos y de compras, hace que la Brújula esté a rebosar en más de una ocasión y con gente generalmente joven. En verano se dejan ver las familias en la terraza y en invierno las parejas veinteañeras que hacen tiempo antes de cualquier otro plan.

En cuanto a los aperitivos. La tapa estrella es la hamburguesa, por poco más de un euro te llevas un trozo de carne en pan, con lechuga, con mejor sabor que las de cualquier Burguer King o McDonalds. Invitan a repetir y enganchan clientes con mucha facilidad: quién las prueba, vuelve. Por lo demás: variedad: calamares, bravas, pincho de sepia, morunos, nuggets...

Lo malo del local: es muy pequeño, lo que hace que en invierno siempre esté lleno. Las mesas están apretadas entre sí y el espacio es reducido, lo cuál hizo que los dueños “eligiesen” el autoservicio, vamos, tú tienes que pedir en barra y llevar las cosas a la mesas. En cuanto a las tapas; la hamburguesa es la que destaca por encima de los demás, y a mucha distancia ciertamente, ya que las cantidades de otras raciones como patatas bravas, ali-oli, calamares y similares, deja bastante que desear.

Para acabar, se dice que recientemente uno de sus camareros tuvo un mal viaje con setas alucinógenas y creyendo que podía volar, se lanzó por la ventana. Pero si vosotros queréis dejar volar vuestro paladar sin que la cartera os haga de lastre, acercaos a la Taberna de la Brújula.

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Una visita al Boñar

domingo, septiembre 14

"Quillo, esto que van cuatro madrileños, una polaca, un portugués, una coreana y una taiwanesa..." y no, no es el principio de un chiste malo, si no la compañía que formamos varios valerosos seres, cada uno venido de donde su madre y padre decidieron engendrarle, para afrontar la ardua misión de penetrar y sobrevivir en las terroríficas y hediondas mazmorras del oscuro señor Boñar I de León.
Nuestro objetivo, paladear el langostino paellero único, aquél que devolvería el brillo a los suelos del baño del temible Boñar I, aquél que haría retomar a los orcos de grotesco hablar su vida de felices campesinos, aquél que provocaría que el sol purificase las costras de sus muros.

Ejem... ejem... voy a hablar de una visita que hicimos el otro día en la noche en blanco a este local, así que no lo voy a describir demasiado ni voy a contar lo que hemos podido ver o hacer otros días que esté relacionado con el Boñar (sobre motos, tuppers, yonkis y demás otro día).
Bueno, de todos modos, si uno ha ido al Boñar podrá intuir por donde iba la introducción de esta entrada.

Entramos y al rato nos consiguieron una mesa en el comedor para los ocho que éramos, habiéndoles avisado de antemano que nuestras intenciones estaban muy alejadas de aquello que siginificase tener que pagar algo que no fueran las cervezas. Pero el español es por naturaleza pillo, y a nosotros nos vieron cara de pardillos. ¿Y qué se hace en estas situaciones?, pues ver si la pobre víctima pica.
He de decir que lo veo natural. Recordaré que en este sitio por cada jarra, o caña según me han dicho (es que nosotros nunca hemos pedido una, y si la hemos pedido nos han servido una jarra), te sirven uno, o incluso dos, platos enormes de comida para cebarte, y de forma totalmente gratuita. Y claro, no todo el mundo quizá lo sepa, y si en el grupo ves gente a la que seguro catalogaron como "guiris", pensarían que podrían intentar sacarnos pasta. ¡Ja!.
Luego además echas un vistazo a la carta y ya atas cabos. Como tuvieran que esperar a que la gente comiese lo que come en este sitio pagando cada cosa, iban de culo.

Volviendo a la historia. Una vez sentados y provistos de bebida, nos preguntaron cortésmente si íbamos a querer algo de comer. Decididos, les respondimos con un no rotundo a modo de farol; que no pagaríamos nada era nuestra consigna, y quien no la siguiera, pondría en duda su virilidad.
Mientras tanto, por primera vez conseguimos ver el famoso cocido del Boñar. Pero eso también se convertirá en una futura entrada de este blog.

Pasados unos minutos, y con nuestros estómagos en contra de nuestra voluntad, vemos al camarero traer dos platos. ¡Bien, han cedido!, creemos, ingenuos. Sendos recipientes estaban llenos de rancias patatas fritas de bolsa. ¿No ponían paella?, pregunta una de las chicas no patrias que nos acompañaban, mientras se lleva una triste patata a la boca. Nosotros, anfitriones de la noche madrileña, nos miramos, abochornados, pero aún con esperanza.
Los camareros vuelven a la carga. Nos ponen a cada uno un cuchillo y un tenedor para las patatas, y nos repiten si vamos a pedir algo. Yo, que ya estaba intentando coger una patata con el tenedor, previo paso de haberle intentado quitar algo de roña al instrumento, contesto que no, que así estaba bien. Segundo farol de la noche. El camarero nos recita todo lo que podemos pedir, e incluso provee de piropos a una de nuestras acompañantes. Insistimos en nuestra negativa.

Siguen sucediéndose los minutos. Nacho y yo estamos desesperadamente hambrientos, y pensamos en pedir unas patatas bravas. Vuelve el camarero a decirnos que si estábamos seguros de no querer nada, que la cocina iba a cerrar. Llorosos, compungidos, a punto de tirar la toalla, somos rescatados moralmente por mi hermano. En volandas de su asceticismo, conseguimos aguantar lo que sería la última prueba, aquella que nos llevaría al Olimpo de los manj... de la pitanza.
Et, voilá!, platos y platos de comidaza fueron llegando a nuestra mesa. En concreto: 3 platos de pollo al ajillo, 2 de ensalada, 2 de paella y 1 de pescado frito. Y cuando digo platos, casi habría de decir bandejas, de la cantidad de alimento que cada una portaba.
Sobre la calidad de las mismas, lo dicho antes, en la crítica al sitio. No es cuestión de descubrir todos los secretos del Boñar de una vez.

A modo anecdótico, decir que lo que era el pollo al ajillo al principio pensábamos que era conejo. Luego, al descubrir Nacho un ala, ya empezamos a sospechar. Un poco después, al presentarnos otro plato un camarero como faisán, ya llegamos al cachondeo. Finalmente, llegamos a la conclusión de que, fuera paloma o pollo, era una ración lo suficientemente grande como para no quejarse, así que seguimos comiendo tan contentos.
En total, doce jarras de cerveza, más una de limón que no cobraron, más ocho platos de comida, más dos de patatas: 36 euros.

Y esto, amigos, es el Boñar de León.

Y nuestros héroes consiguieron salir con vida de aquel infesto lugar, si bien para conseguirlo, hubieron de sufrir horribles deformaciones como atestigua la imagen


P.D.: C/ Cruz Verde 16, esto es, desde Gran Vía se coge San Bernardo, y al llegar a la Sauna Azul se introduce uno en la siguiente callejuela a la derecha. Si hace buen tiempo se verá la terracita ahí montada.

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Una fiesta en el fin del mundo

miércoles, septiembre 3

A pesar de que nuestro desgastado planeta Tierra no sea otra cosa sino una esfera, existe al menos un lugar que se puede considerar el fin del mundo.
De entre todos los continentes habitados, llamamos al nuestro viejo, no ya porque lo sea, sino mas bien porque es el primero que conocimos antes de que la fiebre colonizadora nos llevase a terrenos de ultramar. Dentro de nuestro mismo continente lo tenemos mas bien claro: tenemos una Europa central (que esta mas bien hacia el oeste) y una Europa occidental (que contra todo pronostico no es solo lo que hay en el oeste, sino también el centro y todo lo que sea rico). El tercer rincón, y ultimo, de Europa, el ultimo rincón, queda para esa región desconocida que hemos dado en llamar, de forma increíblemente simplificada, Europa del este.
De entre todos los países de ese rincón hay uno especialmente maltratado por la fama, la economía, y especialmente, la distancia; ese país bien podría considerarse el ultimo rincón de Europa. Ahora bien, tiene ese país también un ultimo rincón?
El avión nos puede llevar directamente en un par de horas de nuestra ciudad Madrid hasta la capital de tan lejano país. De ahí se puede coger un tren que nos lleva a otra ciudad, portuaria, donde se puede coger un autobús para que nos lleve a un pueblo. La mayor parte de los turistas (que no viajeros) se quedaría en este pueblo, en el caso de que hasta aquí hubiesen llegado. Pero andando por el margen de la carretera se llega del pueblo a una aldea, que queda tan lejos del pueblo, del puerto, de la capital y de Europa que parece haber perdido todo contacto con el mundo; no hay mas ley que la que uno se impone, no hay mas normas que las que uno quiera acatar.
Mas aya de ahí no hay nada; si se trata de seguir por la carretera uno se topa con una pareja de policías con cara de date la vuelta: es la frontera con otro país, que pese a estar al sur, es mas occidental. De hecho, el nombre del pueblo, una vez traducido, es Aduana Vieja.
Aduana Vieja es un pueblo que quizás aparece en las guías pero es tan increíble que los turistas piensan que la guía miente. Los locales llevan oyendo tanto tiempo hablar de ello que prefieren no ir, como si pasasen allí ocho horas al día, aunque en realidad casi nadie lo ha visto en persona. Aduana Vieja existe pero a la vez no existe.

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Y así fue como nos fue a nosotros. No nos hacia falta una guía, yo ya había estado allí, y sabíamos el camino. Habíamos hecho la mayor parte del viaje, pero el autobús nos había dejado tirados en el antepenúltimo pueblo, con los bultos en la acera y la recomendación de coger un taxi. Pero que somos nosotros, unos señoritos? Mejor andando. Claro que en este país nada cuadra y los kilómetros que el conductor nos había dicho eran aproximadamente la mitad de la realidad, o mejor dicho, la mitad de lo que uno de las dos señalizaciones indicaba. De la otra prefería no fiarme, tenia pinta de ser del tiempo del comunismo, y nunca se sabe.
La noche estaba estrellada, y pudimos ver las estrellas el tiempo que tardamos en llegar a los gigantescos astilleros que una empresa coreana a puesto allí imagino que para pagar menos mano de obra. Los astilleros estaban junto al pueblo que estaba entre nuestro destino y la ciudad, llamado Dos de Mayo (recordando curiosamente a Madrid, que a las tantas y con tantos kilómetros delante detrás se me antojaba otra broma cruel del destino)
Y si nos quedamos aquí? No, no, no, hay que seguir, confiad en mi. Merece la pena. Incluso a las dos de la mañana, incluso si hay que andar 5 kilómetros mas. Pero compramos unas cervezas para amenizar el paseo. Cinco minutos después podíamos ver, oír, y especialmente, sentir, el pueblo. Espero que no tengan la música así toda la noche. Bueno, seguimos adelante, pase lo que pase. Siempre adelante! No hemos andado tanto para quedarnos a medio camino.
Al final se llega, aunque caminando a oscuras por la carretera parezca que un coche te va a atropellar por detrás cuando menos te lo esperas. En la entrada del pueblo tienen un gran cartel que explica "Bienvenido al país de los osos" (siendo Oso, la marca de cerveza mas famosa del país). El cartel esta presumiblemente en la dirección equivocada, ya que solo se puede ver si se sale del país, no si se entra. Pero si uno ha llegado hasta aquí, probablemente esta acostumbrado a este tipo de contradicciones.
Escuchando el volumen de la música y los gritos entendimos dos cosas: una que habíamos hecho bien viniendo aquí, por lo que podíamos felicitarnos; dos, que la gente en la rave de la playa nos llevaba muchísima ventaja, por lo que la mejor idea era ir comprando un par de botellas de ron... Por que ron? no lo recuerdo, lo cual es cuanto menos excusable, pero lo cierto es que ese pueblo siempre me ha recordado a un pueblo pirata, si es que tal cosa ha existido alguna vez. La ley es algo que queda muy lejos, los bares están abiertos todo el día y, evidentemente, toda la noche, y nadie parece tener la intención de vivir mas aya de los cuarenta.
La fiesta nos esperaba debajo de la luz de un totem playero. La gente bailaba como loca. No solo era el alcohol, y entiéndase, había de sobra, sino que había una sensación extraña, pero muy agradable, que flotaba en el ambiente. Quizás lo que mas me sorprendió, y creo que no fui el único sorprendido, fue como miraba la gente a los ojos. En otros lugares la gente aparta la mirada o te la devuelve como si fueses un pervertido, que estas mirando, pero en este lugar no era así; probablemente la sensación de haber cruzado el mundo ex profeso para llegar hasta ese ultimo rincón, y saber que todos los presentes comparten el mismo viaje contigo crea una sensación de intimidad irrepetible, la sensación de que por muy desconocido y extranjero que sea el otro, ahora, y solo ahora, existe un vinculo en común suficientemente fuerte como para mirarle a los ojos de tal manera que ambos sintáis como entráis recíprocamente en el corazón del otro y lo agarráis fuerte con la mirada.
Las botellas cayeron, y después cayeron otras... y luego cayo la noche y vino el sol. Fuimos los últimos en pie en la playa, como corresponde a buenos españoles, y lo cierto es que sentía una curiosa sensación de orgullo étnico: haber bailado hasta que nadie mas puede bailar y se va a la cama, y aun así seguir y seguir.
En el centro de la playa, delante del bar, detrás del tótem, que ya no daba luz, la marea, o mas probablemente el dueño del bar, llevo una vez una barca lejos del agua, y aun sigue ahí, comida poco a poco por el descuido y el paso del tiempo. Me ahorrare contar como fue, porque probablemente aburriría a quien lo leyese, pero al final la barca cayo, y dormimos bajo su sombra.
Pero todo lo bueno tiene un fin y al final volvimos a la gran ciudad. De esto hace ya un mes. Mañana vuelo a Madrid, que si bien no es el centro de casi nada, tampoco es el ultimo rincón.

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El peor de los sabores

jueves, agosto 28

La primera vez que lo probé fue porque a mi compañero de piso le había regalado un litro en una botella de fanta la madre del dueño de su gimnasio (sic). Después del tercer vaso me dediqué a tirarlo por las paredes.
Nunca en mi triste arrastrarme por este valle de lágrimas había aborrecido tantísimo un olor, y al día siguiente el mejunje pugnaba por salir de las paredes de la cocina e invadirlo todo con su hedor tumefacto a babas resacosas.
Pero claro, como el otoño, o el cometa Halley, todo vuelve, se quiera o no, y no importa demasiado si se ha prometido nunca más mirar al sol. El que lo ha hecho una vez, repite. Esta vez estaba trabajando en un jardín, cortando rastrojos y malashierbas con una hoz, cuando el hijo del vecino vino a ofrecerme unas cervezas. Como en el fondo soy hombre de bien, rechacé, pero él, que es hombre de mucho mejor, a la media hora volvió con una rezumante bolsa de plastico preparada para lo que viniese como el heroe de un video manga. Se me ocurrio preguntarle por la cojera del vecino del otro lado.
-Una mañana estaba bebiendo [aquí el nombre de la diabolica bebida] y quiso coger un tren, pero falló y se cayó en las vias. El tren le cortó la pierna.
Desde entonces me corroe la curiosidad morbosa de saber si lo que lleva debajo de la rodilla es de madera, metal, o mejor aún la botella que le llevó la pierna.
Y el carpintero. Un hombre risueño y tartamudo, con gafas de culo de botella. Su mano es como la del guitarrista de The grateful dead. No me puedo imaginar a ese hombre zumbándole a la botella a las nueve de la mañana, pero probablemente fue así como metió la mano en la sierra y sus dedos fueron a parar al país de irás y no volverás.
Aun así, me descubrí bebiéndolo después de las cervezas. Y poco después, como buen hombre que tropieza con la misma piedra un número absurdo de veces, volví a la hoz y me llevé un dedo. Mucha suerte, y lo único que me queda como recordatorio es una aberración total por la abominable bebida y cicatriz de la yema a la una.
Ahora, lejos del peligro de ese veneno me pregunto por qué la gente bebia eso. Si al menos estuviese rico! Pero de todos los que he probado, sin duda, era el peor de los sabores.

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Cerveceria L´Europe

lunes, agosto 11

Rincón cuasi-infinito de néctares de dioses, proveedor de viandas a cascoporro, escenario de múltiples cogorzas multitudinales, paraje de encuentro entre unos y otros. Es la cervecería L´Europe, local de extensa gama de cervezas y abundantes platos de comida, supongo que, alemana.

Siendo viernes, sábado o domingo por la tarde noche, lo primero que verá el visitante de este local al introducir sus gaznates en él será un porrón de gente. O se reserva con antelación por teléfono o será prácticamente imposible que uno pueda sentarse de buenas a primeras. Y no es que el sitio peque de enano (cuenta con un primer alargado pasillo en que recibir los pedidos de menor abundancia alimenticia y un adosado al fondo en el que se concentran los clientes de mayor gula; si bien la función de comer kilos de cerdo no es exclusiva en absoluto de este último rincón). Este pequeño problema se solventa yendo otro cualquier otro día de la semana, habiendo incluso ofertas (que comentaré más adelante) si uno va de lunes a miércoles.
La decoración podría catalogarse como “nórdico-rural” (permítaseme la licencia), esto es, madera, piedra y oscuridad. En los momentos de máximo bullicio sí que pueden echarse en falta un par de ventanas a través de las cuales poder respirar aire fresco, pero esto no es más que una pega menor.

Yendo a lo que nos interesa, esto es, el bebercio, tenemos que esta cervecería en su carta cuenta con la nada desdeñable cifra de 80 cervezas, provenientes de diferentes países y que, a base de ensayo y error, harán que cada persona que acuda a este acogedor antro vaya conformando una selección personal que beber y recomendar a los neófitos en estas lides. Dejo el link de la cervecería (hay que darle a “La Carta”), para que quien lea esto pueda ir con las ideas claras:

http://www.cerveceriaeuropa.com/

Tenemos pues cervezas de barril y de botella, siendo la oferta de las de barril generosa en número y discreta en calidad (salvo antes las Grimbergen y ahora las Leffe no merecen demasiado la pena, pero salen bastante más baratas que las de botella, así que la elección depende ya del bolsillo de cada uno), y la oferta de las de botella amplísima, pudiendo encontrar todo tipo de estilos; la pega es que a la hora de elegir vas un poco a ciegas si no las conoces de antes, pero siempre queda la opción de preguntar a los camareros, que atienden de manera muy amable en todo momento.
Como punto muy positivo está el que cada botella de cerveza es presentada con su correspondiente vaso, destacando quizá de entre todos el de la cerveza Kwak, en forma de reloj de arena.

Respecto a lo que llevarse a la boca, lo primero a comentar será que, simplemente pidiendo cerveza, uno tiene barra libre de patatas, palomitas, frutos secos y demás productos hipercalóricos e hipergrasos. Con cada ronda te acercan tres pequeños cuencos, cada uno con un tipo de aperitivo, que, al observar el camarero que se está acabando aunque sigas con la misma cerveza, te serán cambiados por otros tres nuevecitos. Eso, aunque lo que te pongan sea una mierdecilla, está de puta madre.
Luego ya lo que es la carta de comida en sí, pues lo cierto es que es bastante cara. Uno no entra con ganas de dejarse 15 euros en una ración de codillo, al menos si entra sólo a tomar unas cervecitas. De entre lo más económico está la bandeja de patatas y aros de cebolla, que tampoco merece la pena (aunque buena está).
Así que para comer algo aquí (que no sean los aperitivos de marras) es mejor intentar aprovechar las ofertas semanales que anuncian en la entrada (que tampoco suponen una excesiva rebaja), las ofertas a las que he hecho alusión antes, que consisten en que, presentando un ticket anterior a tu visita actual te ponen dos platos de comida (ej: costillas y codillo) por el precio de uno (que entonces sí merece la pena, pero sólo es válido para los lunes, martes y miércoles), las ofertas que se pueden descargar a través de la web, que habrán de imprimirse y presentarse allí con ellas (la de ahora: 4 cervezas, pechuguitas de pollo y patatas por 20 euros), y, por último, el especial de la casa. De todos modos, casi siempre que vamos acabamos sobreviviendo a base de kikos y panchitos...

El especial de la casa es una burrada. Así de simple. No es para estomagos delicados, no es para ir en plan “bueno, a ver qué pasa”. O uno entra concienciado de que va a rellenar sus tripas de manera insana o no se va a disfrutar en su máximo esplendor de esta bacanal gástrica. La broma consiste en, por 25 euros (20 euros si reservas a través de la web de Atrapalo), poder comer y beber todo lo que puedas. Hay ciertas restricciones, claro. Es beber todo lo que puedas estando reducida la oferta a las cervezas barril, y es comer todo lo que puedas siendo seis los platos de comida que te van a servir, más otro de postre, más un chupito. Pero puedo asegurar de primera mano que es más que de sobra para el tiempo que te dan. Las siguientes fotos son de los platos que fuimos comiendo:


Costillas:__________________Codillo:



Hamburguesas (apenas se ven):


Chuletas de Sajonia:________________________Postre (acabado) y chupitos:

Bueno, y falta el plato de salchichas, que es del mismo estilo que el resto (generoso).

Cada persona paga 25 euros, y ésto que te ponen corresponde a la ración de tres personas (aunque me da que si lo piden dos o cuatro te van a poner lo mismo, y si lo piden cinco ya te pondrán el doble, aunque no descarto que ya con cuatro te ofrezcan dos platos de cada).
Nacho (n.S., que llevaba antes de entrar entre dos y tres litros de cerveza ya en su cuerpecillo) y yo, al segundo plato decidimos que, para poder seguir “disfrutando” tendríamos que hacer uso de un vil truco, que no fue otro que vomitar en el baño, eso sí, con total naturalidad (al salir los dos del servicio estaban esperando un par de muchachos para entrar, que supongo fliparían un poco al oír a dos hombres en el baño haciendo ruidos extraños). Así que, cuidado con el especial, que no es una tontería. A nosotros, cuando nos veían que ya nos habíamos comido la carne (y no el acompañamiento de verduras, patatas y demás), ya nos cambiaban el plato. Todo un gesto, porque no nos hubiera dado tiempo a probar todo.
Un consejo, no toquéis el pan.

Concluyendo, diré que es un local muy recomendable para ir a tomar unas cuantas cervecillas, sin acabar demasiado ebrio. También merece la pena saltarse la dieta un día y hacer el burraco con el especial. Como contra tiene el precio, que la cerveza más barata en relación cantidad/precio es la Franziskaner, son 4.10 y son 50 cl. Pero vamos, que, en general, de puta madre, lo descubrí gracias a un foro hace tres años y es uno de los pocos sitios que tenemos como fijos.

Y otra cosa, ¡NO TIENEN LA PUTA MAHOU!!, MUAHUAHUAHUAHUAHUA...


P.D.: C/ Cardenal Cisneros 19, no muy lejos del metro de Bilbao.

Publicado por Dain en 22:20 3 comentarios  

Etiquetas: Bar, Cerveza

El Arte de Afonar

domingo, julio 27

Sí, el fin principal del blog es dar a conocer antros de Madrid, pero son bienvenidos cualquier otro tipo de temas relacionados con el cervecerismo salvaje. Así pues, hablaré del arte de afonar, popularizado en los últimos meses entre los tres perros que escribimos aquí.

Lo primero será intentar aclarar un poco el significado del término "afonar". Para ello pensé en que una buena forma de introducir al lector en el conocimiento del protagonista de esta entrada sería simple y llanamente buscar que diría la RAE de todo esto. Pues... absolutamente nada, no es un vocablo aceptado.
¿Que si importa eso?, pues más bien no. Si hace falta que tres bastardos como nosotros popularicemos esta palabra hasta que acabe siendo admitida, lo haremos, sea como sea. Al fin y al cabo, ¿no están aceptadas otras como "pedo" (referido a borrachera) o "casquete" (referido al fornicio)?.

Fue Nacho (n.S. aquí) quien una noche en la que, ¡oh sorpresa!, estábamos ingiriendo grandes dosis de líquido alcohólico cuando, de manera sutil y delicada, nos asaltó con un: "Eh chavales, que os apostáis a que me meto este mini de una tacada".
Cierto es que el mini entero entero, no estaba, y más cierto aún que dudo mucho que esas fueran sus palabras exactas; pero la idea era simple, amedrentarnos primero con esa declaración, realizar la proeza, y, posteriormente, dudar de nuestra virilidad. Dicho y hecho (dudó de nuestra virilidad); pero lo peor estaba por llegar.

Este inconsciente acto dio rienda suelta a diversos intentos por parte de los tres de llegar al límite de nuestros gaznates. ¿Que si es agradable?, pues no; ¿útil?, tampoco, más que nada porque la bebida que has pagado te la ventilas en un abrir de ojos. Pero... es una gilipollez digna de nosotros.

Así pues, según lo que supongo yo, afonar sería la apertura voluntaria de la glotis para permitir la ingesta indiscriminada de líquido (bueno, de lo que sea) por la garganta.

Para terminar, cuelgo dos ejemplos llevados a cabo por mi decadente persona para diferenciar lo que es beber más o menos (más en el primer caso, rondando la cifra en el segundo) 0.5 litros de cerveza mediante el método normal de llevar a cabo el trago y afonar.

No afonando:


Afonando:


Comparen los tiempos.

P.D.:
El del Barón:


El de n.S.:

Publicado por Dain en 23:54 4 comentarios  

Etiquetas: Cerveza, Locura

El Rey de las Tortillas

miércoles, julio 23

Los dioses del Olimpo siempre, o casi siempre , fueron doce. El "núcleo duro", por asi decir: Zeus, Artemisa, Hermes, Hera, Poseidón....hasta sumar diez deidades diferentes que tuvieron un posición privilegiada para hacer y deshacer, pencar y despencar a los mortales. A ellos se les sumaron, según la época, Hades, Hefesto o Dionisio.

El lugar del que voy a hablaros hoy es a los antros inmundos, al menos, lo que Poseidón al panteón griego: no es el mejor, ni el principal, ni acudir a él es impepinable pero, por recuerdos y cogorzas allí cogidas, se equipara al Padre de Todos los Dioses y se acerca a él en importancia. Hablo de EL Rey de las Tortillas.



Poseidón era hermano de Zeus, y cuando ambos se repartieron el mundo, el colega de los mares se quedó con eso mismo. Al Rey debemos reconocerle el control de los mares...de cerveza, o de calimocho, para paladares menos burdos y gustos más refinados. Y es que el sitio, en cuanto a bebida, da eso: mares y riadas de alcoholazo de la peor calidad, pero cuya oferta es mejorada por la cantidad del mismo. No es que sea jauja los metros cúbicos que se pueden pedir de las pérfidas bebidas, el precio no lo permite, pero sí sus raciones: por 3 euros una de patatas mixtas, esto es, alioli y brava, que resucitan a Lázaro a la vez que matan nuestra flora intestinal. Y es que la comida, por cantidad, no está mal, es indigesta eso sí, pero se agradece cuando tienes ante ti a un coloso de 3 litros de cerveza.



He visto a hombretones sudar y acabar vomitando tras encara la ingesta de uno de estos enormes tubos de licor, sin las preciadas patatas. Éstas son, pues, a los metros de alcohol que allì se sirven, lo que el limón y la sal al tequila: te lo puedes beber sólo, pero mejor si lo acompañas con estas dos cosas. y aquí lo bueno: a cada metro, una ración de estas patatas, gratis.

Esto es lo más destacado del Rey: sus metros y sus patatas, pero la versatilidad de comida y bebida que ofrece, a precios razonables, le hacen ser uno de los mejores cuchitriles para acabar desparramando un poco. A las mencioandas patatas se le unen las tortillas. Quien haya visto "Abierto hasta el amanececer" recuerda la lista de manjares femeninos que ofrecía el puerta del local ("coños mordedores, coños amarillos, negros..."); la oferta del omelette patrio es similar: las tortillas son de huevina, patata y...atún, chorizo, morcilla, jamón...y de varias cosas que se pueden imaginar fácilmente. El precio es razonable, unos 4 euros por una torta de patata, huevo y algo más, a compartir entre varios, no es ninguna locura. Ah, también las hay con salsas, no olvidéis probar la llamada "salsa tropical", nadie sabe qué es. Adivinadlo.

La oferta de bebida, bueno, es variadilla, yo sólo tomé una vez un mini ya que de haberlo hecho más veces dudaría de mi virilidad, pero éstos valen unos 3 euros, algo más y, bueno, salen más caros que los metros de cerveza, de 15, pero con unos 3 litros. Las cañas, tubos, tercios...tienen precio razonable, parecidos a otros bares de la zona. Los bocatas y raciones de algo que no sean patatas son como el Atlántico hace 2500 años: conocemos las tranquilas y cerveciles aguas de nuestras costas mediterráneas, para qué ir más allá. El Dios Poseidón-Rey nos protege y ayuda con sus metros, para qué le ibamos a enfadar...

En fin, si quieres ir de desparrame por Argüelles y te apetece empezar comiendo algo, EL Rey de las Tortillas, en Andrés Mellado 16, es uno de los mejores sitios donde puedes ir. Ánimo y allí nos vemos.




Publicado por Jose Rodríguez en 11:33 3 comentarios  

Etiquetas: Bar, Cerveza, Comidaza

Cervezas Españolas

miércoles, junio 25

En espera de que nuestro tercer hombre termine de relajarse tras su último examen, y al menos deje una huella personal antes de perderse por Europa, procedo a incrustar aquí una clasificación de las cervezas españolas según la página http://www.ratebeer.com/, que desgraciadamente ahora es de pago para ver ciertas cosas (como la lista que voy a pegar, que de hecho es de hace unos meses y por eso la tengo).

Hay que tener en cuenta que el ranking está hecho en base a votaciones de gente que pasa por la página, con todo lo que eso puede conllevar. Pero como me sirve para meterme con la Mahou, pues la pongo (salvo con la negra, que está incomprensiblemente en un buen puesto).
Tampoco está la Estrella Galicia, supongo que poca gente se atreve con ella...

P.D.: hay que pinchar en la imagen para que se vea bien...


Publicado por Dain en 1:09 3 comentarios  

Etiquetas: Cerveza, Datos

Segunda Intro

domingo, junio 15

Es algo de lo que llevamos hablando durante meses. No es que nos quitara el sueño, nada realmente importante, incluso muchas veces olvidado, pero han sido varias las ocasiones en que en nuestros paseos nocturnos por Madrid hasta la total ebriedad lo hemos comentado. Quizá por eso lo hemos acabado haciendo, comenzando ahora probablemente con motivo del término de nuestros períodos lectivos.

Los motivos de escribir sobre lo que vamos a escribir varían según el estado en que cada uno se encuentre al hablar sobre ello y, sobre todo, de a cual de los personajes implicados se pregunte. Desde un fin utilitarista, a modo de guía personal a partir de la cual acoger y descartar tugurios (cariñosamente) en los que ahogar las penas, a un modo en que poder desconectar de un continuo paseo por los entresijos de letras y letras ajenas a lo ocioso, hasta un "¿por qué no?" no menos válido que cualquier otra razón que se pudiera dar. Quizá todo se reduzca a motivos egotistas, y sólo queremos que la gente nos lea, para lo cual no se nos ha ocurrido nada mejor que hablar sobre uno de los temas que los tres compartimos. Qué mas da.

No creo que publiquemos entradas con mucha frecuencia, somos demasiado vagos para eso. Nos juntamos un filólogo románico, un periodista y un psicólogo (¿se notará qué es cada uno?), todos con mucho tiempo libre, mucha cerveza que beber y muchos sitios que visitar.

Y lo más importante, los tres estamos como putas cabras.

Publicado por Dain en 21:13 4 comentarios  

Etiquetas: Otros

Intro

domingo, mayo 11

Las tantas de la mañana de una noche cualquiera. Tres sombras se deslizan minuciosamente por el pavimento con el curioso andar de aquellos que han sido tocados por la felicidad de una botella, pendulando alternativamente en lo que ha dado en llamarse "hacer eses"
Una idea se está fraguando. Generalmente para una idea de esta calaña sólo sería necesaria una cabeza, pero las suyas funcionan en modo lento. Finalmente uno de ellos ve la luz. Ha levantado la mirada, es una farola. Otro verbaliza lo que ya flotaba en el ambiente, y plasma en palabras la esencia de la idea: hagámos un blog.
Alguien vomitó una respuesta afirmativa.
¿Por qué no escribir precisamente eso, lo que se les pasaba por la cabeza en esos instantes de escasa lucidez? Sin contar el problema de la legalidad, quiero decir.
Y aquí está una de las tres figuras que pendulaban en aquel momento, con una presentación bajo la tinta de las teclas. Ya que hacíamos eses, hagamos el abecedario completo.
Bienvenido al paraíso de una ciudad de ficción etílica: el Madrid nocturno.

Publicado por n.S. en 18:14 0 comentarios  

Etiquetas: Otros

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